Por Gibrán Castillo Ordoñez
En mi sueño otra vez reviviste.
No sé quién te permitió, mi Lázaro
nocturno, entrar en este paraje,
ser absolutamente tú o acaso tu recuerdo
—de la tierra y del azoro surgido—,
un recuerdo que me observa
oculto bajo aguas australes.
Nocturno Lázaro, ya es la hora:
Mantente ahí, permanece inmóvil.
Nocturno Lázaro, guarda tus palabras,
tu salino lamento, tu súplica estéril.
Una maldición escribo en el techo,
una estrella que jamás te deje descansar,
un agresivo astro que te atormente,
una brújula insomne que te indique
la ruta, el método infalible
para desaparecer de esta faz,
de éste, mi nebuloso imperio.
Gibran Castillo Ordoñez (Ciudad de México, 1996). Estudiante de la licenciatura en Historia. Ha colaborado en la revista Vivir en Tlatelolco, así como en el Boletín de la ENAH y en las revistas electrónicas: MIST y L’arc du temps.
Correo electrónico: gibrancastilloor@hotmail.com