Por David Cacho
Se siente tu vida en la fundición
ahora que nos hemos ido a tocar otros corazones,
siempre regreso a tu espalda
cuando mi piel duda si es de noche
como un huérfano esperando abrigo.
Confieso que estuvimos cerca,
que dolió el aliento como una navaja que se afila,
llegó la fundición a nuestro pecho
como partes de un reloj hipocondríaco.
Me duele el habla, tendría que quitarme la lengua
y empezar con tu cuerpo
que es algo de lo que hablan
las manchas a través de la memoria.
Abraham dejó motivos de luz en el hombre,
tu cuerpo es algo de lo que habla
la fractura a través de los cristales,
tu cuerpo es el cerrojo de mi fe,
luz tornasolada en donde habita
el motivo del amor.
He pernoctado en tu palpitación
para llegar a tu tibia entraña
por donde zarpan navíos
antes de abandonar el horizonte.
En tus oídos de laúd
los pájaros auguran nuevas melodías,
escudando el aire
con la flor de tu latido.
Yo espero volver las emociones
hacia tu cofre de esperanza y juventud,
recordarte desnuda, decidida,
fraguada por la lluvia,
corriendo entre los campos.
*Texto extraído de Caminar el horizonte, el más reciente poemario del autor.
David Cacho (2000). Estudia el bachillerato, escribe poesía y cuento. Ganador de la décima entrega del certamen “Concurso Infantil y Juvenil de Cuento” organizado por el IEDF. Miembro del taller “poesía en la cornisa” organizado por Proyecto Literal e impartido por Manuel de J. Jiménez.