Por Emmanuelle Brío
Se desdoblan mis ojos
en la tierra pigmentada
de Aguas Blancas.
Crepitan cuerpos.
Balas, como astros
obedeciendo al sol, divino rey,
ascienden y estallan
en la profundidad de las cabezas;
su vuelo dobla, desdobla y redobla las campanas.
Llueven sobre el pasto
(rojas jugosas indiscretas)
granadas-ciruelas machacadas,
su perfume base pólvora
se desliza entre los cuerpos.
A estos hombres les mutilaron el lenguaje.
Las armas se hilvanan a los cuerpos de los indios
para SEGURIDAD del Rey,
del puto Rey.
—Esas serpientes lo buscaron— proclama el mandamás.
La policía decora con armas los cuerpos
como si fueran las armas cempaxúchitl.
Nadie se cuestionará las flores
que fueron reemplazadas esa tarde.
Es 1995. Los labios del Rey son los labios de la muerte.
El rey gira los labios a la parca
y ordena:
bésalos, amada, bésalos.

Emmanuelle Brío (Ciudad de México, 1984). Ha trabajado 8 años en el oficio de librero. Ha tomado talleres de poesía con María Cruz, Jaime Augusto Shelley, Raquel Olvera y Margarita Vázquez Díaz. Actualmente radica en Morelia.