Por Majo Ramírez
¿Quién no se ha mareado al levantarse rápidamente de su silla? ¿Quién no ha sufrido las náuseas y el mareo a causa de una otitis? ¿Quién no ha sido seducido por el vértigo que producen las alturas y la sensación de caer? Todos y cada uno de nosotros somos o seremos víctimas del desequilibrio. Elisa Corona Aguilar (1981) explora las causas del vértigo como enfermedad y como metáfora en el ensayo El Doctor Vértigo y las tentaciones del desequilibrio (La Cifra editorial, 2017).
A partir de su propia experiencia, Corona Aguilar nos lleva por el desconocido camino del vértigo: pasamos por la falta de conocimientos médicos al respecto de éste, conocemos a un doctor especializado en el mal y a varios pacientes a punto de perder toda noción de normalidad a causa del inevitable y poco tratado desequilibrio. Las causas son varias y no cualquier médico podrá diagnosticarlo, pues posee síntomas similares al de otros padecimientos. Pero no es solamente una enfermedad que puede tratarse, es algo que suele seducir, que podemos llegar a necesitar. Hay gente que busca incesantemente esa sensación; desde los que vistan los edificios más altos del mundo para tomarse una selfie, hasta los amantes de los juegos mecánicos. Corona Aguilar dialoga con escritores, cineastas e inventores; Hitchcock, Lewis Carroll, Malcolm Lowry, George W. Ferris tienen en común la atracción por el vértigo y sus tormentos.
Si eres un ansioso y te gusta bailar con el desequilibrio, déjate caer en las tentaciones del Doctor Vértigo.
