Por Yaroslabi Bañuelos
Cuando desenrede el odio
Sin ti
mi cuerpo se convertirá
en un refugio de aves
sólo sembraré la rabia necesaria
para despedazar
el aguijón que me maldice
Sin ti
la alondra migrará a mi sueño nómada
los jazmines resistirán
las brasas del verano
en el cielo se anunciará el milagro
de una nube danzante
Sin ti
escribiré palomas y ríos
fabricaré clepsidras
moleré poemas de tierra en un metate
y dejaré de ser
esta semilla amarga enterrada
en la oscuridad.
Soy lo que no ves
[Tú me conoces]
Soy un racimo de sombras y escamas
una luna de jazmín derramada en tu boca
Soy el fuego que arde sin humo
una espesa niebla de evocaciones y madreselvas
Soy la ciruela madura
que gotea sobre la lengua reseca
o la respiración pantanosa del felino en reposo
Soy la sacudida que recorre el caos
una flor adherida a las tinieblas
o todos los besos de Judas sembrados en tu rostro
También soy
el anzuelo enterrado en el pulmón de este verso
[Tú me conoces].
Despedida
El avión despegará
a las siete
Atrás (muy atrás)
quedará la calle Dulce Olivia
el camino de musgo
el olor a higo
la canción del aguacero
y el espectro de un tranvía
que venía desde Taxco
Aprisionaré (eternamente)
entre los párpados y el sueño
a los pavorreales
un bosque de liquidámbar
las retamas florecidas
la paloma que anida
en el hueco de la ausencia
Adentro (muy adentro)
como vidrio molido
en la sangre
perdurará la soledad
de los espinos
un murmullo de ballenas
el desierto
las cactáceas que agonizan
y esta mañana salobre.
A veces el amor
A veces la tarde llorosa enmudece
y el eco de las palomas
se extingue en el epílogo de un beso
A veces una mariposa nómada golpea
los umbrales de mi cuerpo
como presagio de lluvia y relámpago
como una caricia sin domar
A veces la memoria se convierte
en un caudal de terrores
escalofrío que secuestra los labios
luciérnaga entenebrecida
y el recuerdo silvestre
resucita las tentativas de naufragio
A veces el amor es una cascada de luz
que no alumbra ni abraza
al corazón que vive en las sombras.
Viaje astral
En las mañanas desérticas
el verano tatúa
sus borrascas sobre mi cuerpo
aunque sea primavera
La ciudad se transforma
en una bestia de lumbre
puerto que arde
como hoguera silenciosa
animal herido por la luz
entre sus cicatrices durmientes
jamás se marchita el estío
En las tardes azufradas
me hago pólvora o brisa invernal
huyo de los cuervos
camino sobre días circulares
acaricio campanas mudas
raspo la oscuridad viviente
con mis muelas
pero mi espíritu ya se ha ido lejos
recolecta moras y raíces
entre la neblina del bosque
se mueve con los cisnes
persigue faisanes
siembra abedules en los espejos
esculpe lágrimas plateadas
colecciona unicornios negros
o hipnotiza liebres
con poemas de Walt Whitman.
Yaroslabi Bañuelos (La Paz, B.C.S., 1991) es licenciada en Psicología. Ha sido ganadora de Los Juegos Florales Nacionales Carnaval La Paz 2019 y de los XLVI Juegos Florales Margarito Sández Villarino 2019. En 2018 obtuvo la beca “Inés Arredondo” para el II Encuentro Internacional 13 Habitaciones Propias. Fue becaria del PECDA en el periodo 2016-2017. Es autora del libro de cuentos breves Micropesadillas (2016) publicado por Cuadernos de la Serpiente.