Por Diana Peña Castañeda
1
Cena en seis tiempos
Aperitivo:
Mi imagen desfila frente al espejo.
Deslizo la boca,
la humedad de sus bordes descansa perfilada.
Siento el sutil delirio del apetito,
susurro sobre susurro.
Entrada:
Mis manos son dóciles como la luna que guinda
a las tres de la madrugada.
El roce del aire me acompaña.
No tengo prisa
para navegar en los talantes de mi mapa.
Primer fondo:
El mar fluye en la tibieza de mi cuerpo
como una extensión entre el cielo y la playa,
retrocede y regresa.
Segundo fondo:
Me desdoblo en mi inefable placer
donde se confunden la verdad y el olvido.
Cierro los ojos
y me ceno en la hondura de mi carne.
Cata:
El desenfado de mi pulso es el sutil cómplice
de la embriaguez del gemido
que no consigue letargo.
Alegoría perfecta del jilguero bajo la lluvia.
Postre:
Me miro, me suspiro…
En la palidez rosada de mis mejillas
brota otra realidad.
Sonrío.
Mi vida nace para siempre
en este goce impreciso.

2
Lavatorio
He llenado la bañera hasta el borde.
Me dejo absorber
como la materia colapsada sobre sí misma.
El agua y el jabón se entremezclan
para diluir la amargura que me asedia rapaz
con el ácido de sus perdigones
entre la carne y los huesos.
Un rayo de sol se traza absoluto
en los dobleces de mis parpados
para calmar la mirada
arrasada por el dolor de la memoria.
Me recojo en la faz de mi misericordia.
Remojo el miedo que vocifera
como un demonio sonriente
mientras le doy vuelo a la culpa,
lejos de mis heridas.
Quiero reconocerme
sosegada en mi propia imagen.
Abrazarme como la espuma a la arena
que se convierte en concha
debajo de la huella.
Vacío el pensamiento,
dejo que la gota azul encarnada en mis manos
extinga la furia afilada que azota mi alma.
Y me hablo con un hilo de aire
de esa desmesurada necesidad
de escribir todo de nuevo,
después de este instante fugaz en silencio.

3
Monólogos
Me he tejido en monólogos
entre lo sublime y lo siniestro
como un sueño anticipado.
Algo inacabada.
Siempre irreductible.
Mi infancia…
La fiebre,
mueca del sarampión,
cuerpo encadenado en la dolencia.
Mi juventud:
soy dos vidas en miniatura,
desvelo en la pared,
concibo de mi sangre
hilos de leche.
Mi adultez.
Horas estalladas.
La mezquindad del mundo consumada.
El río se quema en el pavor de mis ojos.
Para la pestilencia no tengo rostro ni nombre.
El llanto es el cronista pasmado
de mi alma postrada.
Respirar, apenas respirar.
En el aire ya es agosto,
se dibuja en mi sombra sin prisas ni espanto.
Soy la zozobra desandada
de un corazón hilvanado.
En el vidrio de la ventana
las epifanías caen en gotas de lluvia
como si profetizaran mi nombre.
Mi existencia es como la caída del torbellino en el río:
Oscilo.
Agonizo.
Vuelvo a la vida.
4
Ausencia
Esta noche he prestado mi cuerpo.
El deseo de un extraño es la vuelta carnero
que se hunde en el néctar de mi ahogo.
Mis esquinas son el oponente holográfico
en la voracidad de la sábana.
Mis latidos, el cúmulo espeso del desconsuelo
anclado en el aleteo de mi mudez.
Entra, me gira, me dobla
mientras el vaho de su boca se extiende
por mis pechos de hielo.
Cuando llegue a mis labios
yo estaré parda repitiendo tu nombre,
triste epitafio de mis ruinas.
5
Hedonismo
Metamorfosis desnuda
en la materia disuelta de dos cuerpos.
Un viejo ventilador gesticula
pequeñas grafías
en el largo relieve de sus pliegues.
Dichoso es el placer que duele
cuando la ola se abre en su centro
sobrecogida por las alas del sol.
El gemido es la rima del silencio
que bajo la tela de la noche
cuenta su historia.

6
Santo grial
¿Quién es la mujer que está desnuda en el desierto, que sostiene frente a la calavera el pétalo amargo de sus entrañas y su melena revuelta toca los confines agrietados de sus pezones mientras sus labios alzan el ruego? Pregunta Dios mortificado a los espíritus que le rodean.
¡Es todas nosotras! Se le oye decir a esa, la puta santa de los devotos que lleva una antorcha en la mano para acudir al sepulcro donde reposa su epígrafe caído.
7
¿Cuándo llegará la aurora?
¿Cuándo cesará el cansancio de estos días?
¿Cuándo dejará de gritar la amargura en las campanas?
¿Cuándo, después de este destierro dejaré de amarte?
