Por Gibran Castillo Ordoñez
1.
De tu cuerpo cercenado,
en mi escritorio habita un fragmento
tuyo, un vigilante,
un nocturno prisionero,
sin viva floresta ondeando,
ni río sanguíneo, ni grito,
ni alas, ni cifrado vocabulario.
2.
Inmóvil centinela,
antiguo amor, antiguo ídolo,
a veces, tras abandonarte,
te entretienes mirando
números colosales, insectos
(que cadáveres de epístolas pululan),
lunas
( y mis ensayos de besos
que llevé a cabo con el viento).
3.
En sus respectivos hornos,
se consumen, se agostan
dos réplicas mías.
4.
Tras el desastre miro
ciertas ruinas que, tristes,
saludan desde pozos
en donde la luna bucea,
aquel satélite cuyo tacto
acaricia borradores de gritos
escritos
en submarinos
muros.
Gibran Castillo Ordoñez (Ciudad de México, 1996). Estudiante de la licenciatura en Historia. Ha colaborado en la revista Vivir en Tlatelolco, así como en el Boletín de la ENAH y en las revistas electrónicas MIST y L’arc du temps.
Correo electrónico: gibrancastilloor@hotmail.com
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